27 ene 2016

Las guerras del Tigre | Solo


Dicen que los tigres son solitarios. ¿Será que por eso últimamente he sentido la urgente necesidad de alejarme de todos y de todo? 


He decidido lanzarme sola por este camino, una vez más, como tantas veces lo he hecho del mismo modo. Si es lo más recomendable o no, eso es lo de menos; es como tiene que ser, no podría ser diferente. 

Cada vez más siento una sed de silencio, de reflexión, de quietud, de soledad. Pero no una soledad que es ensimismada o egoísta, de quien se siente abandonado o está solo porque no tiene alternativa. Es una una soledad de quien se sabe acompañado, es un voluntario aislamiento momentáneo.

Mi mente dista cada vez más del ruido de los juegos internos, del ruido natural del día a día; la música me sigue pareciendo bella, pero la escucho cada vez menos. Curioso, pero los ratos sin música no se sienten tristes, como pensé que se sentirían.

Últimamente muchas personas se me han acercado buscando refugio, compañía o consejo. Es particular, la gente cuando está cerca de mí, de algún modo se siente protegida, comprendida, acompañada. No entiendo las razones pero me parece particular que en las últimas dos semanas esta haya sido la constante.

Hoy el tigre quería rugir, pero no lo hizo. 
Algo intenta decirme. 

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